domingo, 23 de diciembre de 2007

Clap your hands say yeah!



PLAP PLAP PLAP PLAP PLAP PLAP PLAP

Investigadores de una prestigiosa universidad, determinaron que los caminos de la independencia musical suelen ser de los más ingratos.
También señalaron que la escasez de recursos, la falta de un dispositivo de promoción diseñado en exclusivo para llegar a una audiencia de masas, sumado a la falta de creatividad de estos músicos (del costado del camino), son los principales motivos por cuales nunca podrán alcanzar la fama y el prestigio.
Además…
-¡Momento!
-El ingenio y el ímpetu de la juventud, siempre será un recurso renovable.

En este sentido, la banda neoyorkina Clap your hands say yeah! Supo ver en la tecnología un arma de resistencia cultural, contra los grandes e inalcanzables sellos discográficos. Todo esto mediante el patrocinio de numerosos blogs, junto con la posibilidad de descargar el disco debut gratis, antes de que sea editado por V2 Records.
Y si… porque a fin de cuentas, bajar discos no es más que una de las tantas formas de acceso y democratización de la cultura.


Tostada crocante sabor naranja

Clap your hands say yeah! (2005), disco homónimo del grupo, se destaca por su honestidad, por su corte directo. Una avalancha de canciones pegadizas, digeribles, de fácil absorción, como la pasta. La ingenuidad y la simpleza del inicio.
Pero por la consistencia del álbum, podría anotarse en la pizarra del bowling algo así como doce bolos al suelo.
¡Bienvenidos al circo más extravagante del mundo! Decenas de malabaristas a bordo de una furgoneta sublingual, domadores domados por tigres de bengala (de peluche y a cuerda). Todos sobre una manta persa de voces sesgadas por el gospel.
¡Si, señores!
El mono baila aunque no le paguen.
Comienza el disco escurriendo energía por todos lados. ¡Bienvenidos! (parece querer decir)
Clap your hands! Primera función. Clap, clap. Orbita y desorbita.
En la olla que haya recomiendo buscar Let the cool goddes rust away y rememorar el don vocal del legendario Tom Verlaine de Televisión. Saltarín impulso de una pandereta.
Por la puerta de entrada nos llega Over and over again, con cristales a pique subiendo del mar al cielo (mar bueno, bandera azul, creo).
¿Y si alguien te vendiera a mitad de precio un dosificador de gotitas oftalmológicas?
Pagaría en efectivo para que sonara la sensible Details of the war. Los ojos rojos. Para lagrimear a escondidas, claro. (Detalle contemporáneo). Es un registro documental del campo bélico, traducido a notas musicales.
Para cualquier cumpleaños o aniversario se podría volver a regalar la clásica cajita musical, con una bailarina girando y luciendo un vestido confeccionado con forma de árbol navideño. Dando vueltas,claro, alrededor de Sunshine and clouds and everything proud.

-¡La visión es sonido!


La pequeña tristeza que nos ha dejado instalada In this home on ice, se desintegra con un inquieto ska de oro 24 kilates, que se vende en joyerías exclusivas y cuya marca es Upon this tidal wave of young blood.


Algunas cabelleras no necesitan peinado

El segundo trabajo, Some loud thunder (2007) propone una estética desprolija, cuidadosamente elaborada. Es, por cierto, un álbum de estudio más experimental, retórico. De modo que se hace necesario indagar en las múltiples escuchas, para poder correr el velo misterioso que lo envuelve, para poder atrapar algunos de sus sentidos.
Entonces pasamos de un disco enérgico, juvenil, a la confección de un Some loud... con sonido precario en apariencia, con algunas frituras e imperfecciones.
El nuevo álbum se singulariza por la no-ansiedad, por ser en alguna medida, impasible. Por trabajar para la música en si misma, para ahondar en su lenguaje, en sus modos de comunicación. Un cocinero desprevenido diría que los temas no están al dente. Un critico en cambio, que la hornalla siguió prendida, para lograr un pegoteo sorprendente de las canciones.
Transmitida por amplitud modulada, la canción que abre Some... conjuga la cinética con el relajo. O sea para bailar con un vaso en la mano.
También vi una pintada. Ahí decía que Emily jean stock sorteaba un par de entradas para volar en parapente.
No dejo de poner atención en las geniales intervenciones de la batería, a veces, intempestiva.

-Esperen un poco, ¡Todavía no!

Some Loud Thunder (2007) incluye arreglos con su aporte de extrañeza, adornos psicodélicos (me suena la palabra) a diferencia del primer disco. Hay coros beatlescos en algunos momentos, y hasta un acordeón que reparte sutiles aires balcánicos.
¡Impresionante! Encandilan también, Love song no. 7, Upon encountering the crippled elefhant y Underwater (you and me).

-¿Suena más ingles?
-No se.

¡Ahora si! Aplausos...
Cualquier diferencia con la realidad no es pura coincidencia.
¡Felices fiestas!

jueves, 22 de noviembre de 2007

Architecture in Helsinki



EL JUEGO MINERAL DE LOS CANGUROS

Podría caminar sonámbulo por las calles de la capital finlandesa, para tratar de comprender el lenguaje de las distintas formas arquitectónicas, y saber, entonces, cuales fueron las fuentes de inspiración de la banda. Podría hacerlo durante horas. Pero no. Todo esfuerzo seria en vano. Porque este sexteto no tiene nada que ver, al menos en apariencia, con las costumbres, con la cultura de los países nórdicos.
Me convendría, en cambio, empezar a buscar por Melbourne, Australia. El lugar de origen de estos jóvenes innovadores de la música de los últimos años.
En principio no fue tanto el sonido lo que me atrapo, sino más bien el nombre: ¿Yo? Un etimólogo del viento envasado al vacío.
Cuando fui a comprar algo del grupo a una disquería del centro, me miraron con cara de:

- Disculpe señor usted debe estar buscando un manual de arquitectura escandinava. Siga por calle siete, derechito. Le recuerdo que acá solo se venden discos.

Por un motivo que creo no desconocer, me parecería adecuado hacer referencia al titulo del cuento "Viaje a la semilla" de Alejo Carpentier, para tratar de descubrir la esencia de estos músicos que solo tienen en su haber solo dos títulos (ahora son tres).
Me gustaría que se les prestara atención, porque quizás ya estén haciendo historia, sin saberlo.
El retorno al origen, su carácter primigenio, tiene que ver con un tipo de regresión a la infancia.
Algunas palabras surgidas por asociación libre:
Dada, minimalismo, cubismo, transparencia, ¿Sobriedad?, Oriente, Occidente, juntos.
En cuanto a la música en particular, los Architecture sobresalen por una alegre inclusión de la electrónica, por sobre instrumentos de base perceptiblemente analógicos. Una gran fabrica de juguetes, fortificada con proteínas, vitaminas y minerales.
Limpieza de oídos a domicilio.
Cuando escuchamos los discos, nos queda la impresión de que cada sonido esta puesto en el lugar justo. No hay sobreabundancia, ni demasiadas superposiciones que generen distorsión, confusión (a pesar de la variedad de los instrumentos)
¡Los Arquitectura en Helsinki son definitivamente un grupo antiniebla revestido de inocencia!

Vuelo Lacio

Fingers Crossed (2004) comprende un paisaje de armonías que conducen a un estado prenatal, endógeno. Aquí, hay una clara alusión a la estética oriental de chinos y japoneses y en especial al anime, o sea a los dibujitos no desanimados.
En este vuelco interno predomina la tranquilidad y la suavidad de las voces. Con coros pensados para acompañar la fluidez, la métrica sencilla, en general, de las canciones. Nunca se me hubiera ocurrido inaugurar Dedos cruzados con un piano y un pegadizo sintetizador de los años 80, secundado por aplausos rítmicos, bocinas y panderetas. Entonces pienso en One heavy Frebuary como una nube movediza de autitos de colección desodorados. También hay lugar para un charlestón bailado en cámara lenta, mientras cae una llovizna de visones de juguete, numerados con nombre y apellido. Esto es Scissor paper rock.
Toc-Toc. Un toc-toc antológico puede ser escuchado en Spring 2008 a modo de anticipo. A esta altura estoy tirado en un Chaise Longue haciendo malabares con rombos tornasolados. De nuevo hay destellos de una impronta japonesa.
De repente las puertas de la juguetería se abren e improvisamos con sonidos de voces, burbujas y chistidos. Una canción para niños que de manera intempestiva, deciden participar del emprendimiento. The owls go dice el cartel luminoso de este negocio (infante) que se reabre.
En Vanishing aparecen las contracciones. Es menester inhalar y exhalar porque se anuncia el parto. Luz que será representada dos años después con In case we die (2006).


Retrato de notas musicales que no juegan al rugby

El segundo disco es una inequívoca propuesta de educación orquestal, de coordinación, de ensamble. De este modo estamos ante la presencia de un estadío que supera al anterior. Delineando una zona de natalidad, de expulsión. Un trabajo exógeno que celebra el nacimiento. ¡Y que mejor manera de hacerlo que llevando a cabo una fiesta!
¡Alegría! ¡El recién nacido ya asoma la cabeza!
En Nevereverdid las campanas de una iglesia señalan el comienzo de la liturgia australiana. Una cantante lírica y un soprano intentan despistarnos, dando muestras de pura ortodoxia. Pero de a poco el clima va tomando otra temperatura, hasta adquirir la euforia de chicos embadurnados con crema pastelera.
Para bailar no queda otra que adosarse a It’s 5, poseedora de una dinámica casi matemática para la pista. Lo mismo sucede con Do the whirlwind. Parece que a los australianos les gusto esto del pasito escalonado en la zona de baile.
¿Quién no desearía ser elegido para entrar a un cartoon a través de la pantalla de la teve? Los tocados por la varita son una patota de niños que corean Tiny painting con jocosidad, pero sin perder su costado mas cercano a las vísceras.
¡Atentos! Estén listos para ser atrapados por la epopeya oculta en In case we die (part1-4).
Y si. Estos pibes parece que todo pueden hacerlo. Hasta componer un reggae en un paisaje glacial rebozado de pureza e interpretarlo, probablemente, en un Bungalow de la costa de la isla de los canguros. Con un gran salto. En una bolsa pegajosa llamada Rendesvous potrero hill.
Escuchar a los Architecture, es como tomar un vaso fresco de agua mineral y quedar totalmente embriagado.
¿Digresivo?
Mmm…
¡Picollo mondo!
Alguien dijo algo así como que “La arquitectura es poesía congelada”

jueves, 25 de octubre de 2007

Ratatat


MEMORIAS DEL SWING ONDULADO
Propongo para esta nota, comenzar con el recurso de la opción múltiple. Podría ser el titulo de una película paródica de gansters, ambientada en los años 20. La ley seca y todo eso.
También un programa de música moderna orientada a las prácticas percusivas. O tan solo el sonido que produce al caer sobre un cajón, la cosecha anual de frutillas celestes.
Pero sería cómico optar en forma apresurada por una de estas tres variantes. Por eso creo conveniente agregar una cuarta.
Dúo neoyorkino dispuesto a pasar tres o cuatro veces la masa candeal del ritmo por la amasadora.
Hasta el felino tuvo una chanceReconozco que primero fui por la escucha de Classics (2006) y que luego, como de costumbre, me lancé a la búsqueda de Ratatat (2004), el primer álbum de la banda. Cuando di con el principio, aunque en parte me sentí decepcionado, note los beneficios de la evolución creadora. Porque con Classics, los Ratatat han ganado una lucha libre, librada contra si mismos.
El disco debut en cambio parecería ser un ejercicio de estilo, en donde el funcionamiento de la voz, da la sensación en todo momento de ser eventual.
¿Por qué esta apreciación?
Precisamente porque el sucesor, es un trabajo instrumental casi en su totalidad. Y digo casi, porque en un solo tema, aparece de fondo, el grito de un tigre, que hace honor a la portada del disco.
La fonética en contraposición a la opera prima, parece aquí no tener lugar. Y sin lugar a dudas que es un gran salto, porque esta vuelta de tuerca hace que Classics se convierta en un gran acierto.
Podríamos decir, que Ratatat trasciende el concepto de música electrónica, por sus relieves novedosos, en los que también hay lugar para sonidos tradicionales.
Quien ponga sobre la mesa los dos trabajos, notara las marchas y contramarchas, los atajos y las demoras a los que se han debido volcar. Hasta me animaría a decir que parecería estar escuchando dos bandas distintas. Aunque el germen singular permanezca escondido desde la primera hora.
Rapel y escalada. Escalada y rapel para los norteamericanos.
Seedí enmarcado (con paspartú)
Es necesario decir que Classics es un álbum sorprendente, que no nos quita la ilusión de lo peculiar, una vez que ha sobrevolado los rascacielos.
Para Montanita es fácil reproducir sonidos de medio oriente. Acampar durante la noche y una vez que el sol ha salido, realizar bañado en transpiración, una caminata por el desierto.
¡Ojo! También podría tratarse de una expedición por las fronteras de México y Estados Unidos. Huelo a salsa. Soy vehemente y digo que siento olorcito a condimentos Calexicanos. El final pletórico de danzas árabes. Por supuesto con odaliscas allí presentes. Un auricular diferente para los oídos.
Lex aporta su genialidad mediante una percusión digital con aires funky, sobre guitarras dispuestas a hacer chillar sofisticadamente sus cuerdas.
Comienza un impulso locomotor que se vera plasmado mas adelante en Wild cat. Porque la inmovilidad desaparece para dar por sentado que ya es hora de bailar como un payaso. Ambientaciones hip-hop, funks con hi-hat y bajo inquieto en el escenario.
Mientras tanto Kennedy, se muestra como una buena combinación de música configurada en los sótanos del Bronx. Con mucho, muchísimo humo de tabaco.
¡El swing! El swing no es algo que se venda en un supermercado. Por eso Wild cat lo deja adquirir cuerpo, hacerse materia, imperceptible a la vista, sobre el rugido de un felino. ¡Una peluca afro ya! Quizás pueda usarse también en tramos de Loud pipes.
Tropicana, de pliegues cinematográficos, no deja de ofrecernos una serie de impresiones. Por ejemplo, la epopeya diaria de una vagabundo por las calles de la gran manzana (extrañado de todo lo que sucede a su alrededor).
Cuando se esfuma Classics, paso a través de una esterilla y escucho un ruido.
Ratatat. Siempre tuve predilección por el uso de onomatopeyas.

martes, 25 de septiembre de 2007

The Flaming Lips



LOS MUNDOS IMAGINARIOS

Cuando escuché Rice for the price de Los Flaming Lips, me di cuenta de que alguien ya había pateado el tablero de mando. Casi en secreto. Pero había sido sacudido al fin.
Rice... se presentaba como una canción curiosa, atemporal, en donde la voz del cantante se mezclaba con un sampler que daba la impresión de sonar como si fuera un disco rayado.
Primero: me extrañó esta estética de la imperfección, que entre los principios inconscientes de la banda, parecía funcionar mas como una virtud que como un defecto.
Segundo: Los Labios Ardientes eran portadores de una ingeniería poética pocas veces vista.
Descubrí al grupo por azar, en un canal de cable. Derrapaba una puesta en escena más que llamativa.

- ¿Quién será el que se disfrazó de conejo?
- No se, no me molestes por favor, ¿Eh?

Estaban todos sobre el escenario. Era Canadá, creo. Me pareció ver esa hojita roja en algún lado. De fondo una música de lirismo apocalíptico, precalentaba a los empatizantes para dar comienzo al Dreamshow.
Así fue como detecte a Wayne Coyne con una maquina de aire comprimido, inflando un globo kilometrico relleno de confeti.
La realidad se preparaba para reventar multiplicada en un millón de papelitos. Estábamos por ingresar al mundo de la fantasía, escapando elegantemente del mundo de lo real.
En la palestra una serie de personajes provenientes, quizás, de alguna novela de Lewis Carroll, saltaban y se movían, magnetizados por la cadencia del tema en cuestión.
Esta es la pequeña historia. Una simple anécdota para empezar a recolectar casi todos los discos de la banda.

- ¿De Oklahoma?
- Si. Del mismo lugar.

Ando en frac

Con la salida del álbum The soft bulletin, el publico de flaming lips, comenzó a ampliarse en forma significativa, aunque sin llegar nunca a alcanzar la masividad. El trabajo podría definirse como un experimento multidireccional, como la versión orquestal de las Fabulas de Esopo.
Aparte de Rice..., con su extraña anacronía, el trabajo contiene otras novedades como The spark that bled, canción finamente gasificada y de llamativas aplicaciones a cargo del baterista.
Waiting for superman es el momento utópico del Boletín. Un cierre propicio para la reflexión. La maquina se apaga. Vuelve a sonar…
¿Qué hacen los Flaming Lips?
En su amplia discografía hay coordenadas de rock, punk, pospunk, dream pop, nueva psicodelia, noise pop... en fin, ingredientes ideales para desorientar a cualquier crítico o escucha.
Cuando Yoshimi battles the pink robots comenzó a girar en el acicalado tocadiscos (???), lo primero que hice, fue esbozar una sonrisa. Imagínense a una niña japonesa, dispuesta a librar batalla contra una serie de invasores, en forma de robots rosas.
Más tarde, descubriría que la excelencia del disco, no era una mera contingencia, sino que era producto de una serie de transformaciones a lo largo de más de 20 años de carrera.

- El aprendizaje y la paciencia.
- Eso mismo.

Una banda que atravesó por muchos estilos y que fue reinventándose, derribando todas las estructuras musicales.
¿Qué decir de Yoshimi?
¿Acaso que con este disco la banda podría erigirse como la quintaesencia del rock?

Rosa robot

El inicio da paso a Figth test, que refiere de manera indefectible, a una famosa composición del otrora llamado Cat Stevens. Pero lejos de las comparaciones, Los Labios nos sorprenden con una canción emocionante hasta el hartazgo. Delicada y rustica en iguales proporciones, augura un panorama superlativo, asombroso.
Yoshimi... pte.1 es la carta de presentación, con una edulcoración más que acertada. Yoshimi... pte2, en cambio, una alegoria sonora de ciertas determinaciones bélicas.
El disco podría encuadrar fácilmente en la categoría de aquellos que no se agotan con una sola escucha. Siempre hay algo nuevo por descubrir, porque la “zona de baño” cada vez que se pone en marcha el reproductor, nunca esta ubicada en el mismo sitio.
Planear por el aire con voz nostálgica y adormecida, solo puede permitírtelo In the morning of the magicians, para luego producir un descenso abisal con Are you hipnotist??? de fondo.
Puede que sea demasiado exagerado decir que Do you realice? esconde el secreto de la vida. Pero la verdad es que estoy casi convencido de eso.
Yoshimi battles the pink robots es de una epica tan refinada que podría ser el relato de una batalla librada con gotitas multicolores de agua. Algo así como si alguien decidido a luchar en una batalla, tomara como espada, un pedazo de arco iris.
Cuando termina el disco estoy en Japón. Y eso es bueno, porque nunca había estado antes.
Un análisis de la discografía de la banda resultaría interminable, por eso elegí como corpus de esta nota, los últimos tres discos. Por tratarse, a mi parecer, de una trilogía redonda, casi perfecta.
Pero no por eso olvido Clouds Taste metallic, con joyas tales como The abandoned hospital ship, Christmas at the zoo, Evil will prevail y Bad days. O el energizante Transmissions from the sattelite heart.
Zaireka (Zaire mas Eureka), disco cuádruple para ser escuchado simultáneamente con cuatro equipos de música, merece un capitulo aparte por su carácter vanguardista.

Baya rodeo

Esta especie de tríptico sonoro se completa, entonces, con At war with mystics, en donde los Flaming lips otra vez vuelven a sorprender, encontrando nuevos modos de acercarse a la realidad, a través de universos artificiales, ficticios...
Hasta la voz de Coyne recurre a otros canales de expresión, a otros colores y matices.
At war... se aparta por un momento de la melancolía sideral de Yoshimi... para cuestionar la política de EE.UU., por medio de canciones más vivaces. Un álbum más festivo, menos introspectivo, en apariencia, que los anteriores, pero no menos emotivo.
“En guerra con los místicos” es mucho mas discursivo, claramente en contra de George Bush, haciendo referencia, ya desde el titulo, a una realidad extra-musical.
The yeah, yeah, yeah song es poseedora de una energía que probablemente no provenga del guaraná. Podría ser una versión gospel futurista para evitar próximas guerras. (Inolvidables los falsetes de Coyne).
Un sueño de Prince en el país de las maravillas cabería en Free radicals..., si es que acaso se le ocurriera ponerle algún titulo.
Bailar dentro de un lavarropas lleno de escarbadientes ¿Quién alguna vez no la ha pensado?
The sound of failure hace que tu sueño sea realidad. Por supuesto que graduando la velocidad del artefacto, para evitar algunas complicaciones gástricas.
Desde la cima de una montaña, escucho At the war with mystics.
Me lo imagino como un vendaval de dátiles recubiertos con espejitos de bolas disco.

jueves, 23 de agosto de 2007

Devendra Banhart



RIKI-TIKI-TIKI CANTA EL TROVADOR
Eran apenas las cinco de la tarde, cuando aboné al aire los últimos 0,00 centavos que tenía y tomé el tren que partía de Tolosa rumbo a La Plata.
La noticia era bastante alentadora. El disco de Devendra Banhart estaba listo. Había bajado en semi-círculos a la tierra con la velocidad de un rayo.
Me pareció fabuloso que un desconocido, en ese entonces, fuera capaz de cantar con desenfado, “Tra-la-la” o “Todos los dolores ya se irán y el graffiti dice Peter Pan”. Lo primero que me llamó la atención de Banhart, fue su facilidad para ensamblar melodías profundas, con letras en la mayoría de los casos, absurdas, delirantes.
Un Neo-hippie que se encargó de refundar y dar un nuevo sentido al Folk norteamericano, cargando en su mochila ecos de bandas como T-Rex y de figuras emblemáticas del folklore latinoamericano. ¡Sí! Entre los referentes de este muchacho, cuya infancia transcurrió en Venezuela, encontramos a Mercedes Sosa, Silvio Rodríguez y Atahualpa Yupanqui. ¿Sorpresa no? Aunque por momentos resulte simplista decir que Devendra es una suerte de heredero de Marc Bolan, por su color vocal balido, o sea con un desenlace tonal de gritito de oveja, el caso se torna algo más complejo, cuando comprendemos la riqueza, la diversidad, la excentricidad circunscripta en cada uno de sus temas.

La barba no se enredó entre las cuerdas de su guitarra
Creo haber tenido una buena impresión de Rejoicing in the hands (04), alguien solo portando su guitarra como el Nick Drake de Pink Moon, conmoviendo y sedando al mismo tiempo.Se abre la puerta y This is the way despeja el camino. Como una flecha apache, impalpable, anuncia la llegada del sucesor de Niño rojo (04). Tiro al blanco. Aquí Devendra es Drake y Bolan sin serlo. Body Breaks parecería ser la reivindicación de la calma y una serie de meditaciones (informales), después de haber caminado descalzo sobre el pasto, recordando viejas grabaciones de Woodstock.
La provocación y la parodia de los solemne, en cambio, se pegan a This beard for Siobhan. El tema que te incita a querer escuchar mas y a ingresar al bucólico universo de Devendra.

Sesenta (60's) o setenta (70's) cenas en el altiplano
Pero lo cierto es que ahora, con Cripple Crow (05) se redobla la apuesta, porque en esos 21 temas, existe un recorrido ilimitado de influencias. Un disco espiritual, místico, ecléctico, mágico, psicodélico, bilingüe, chamanico, ambicioso, trascendental. ¿Demasiados adjetivos? ¡Si!.
Hay un cambio notorio en el paso de Rejoicing… a Cripple…. Del minimalismo del trovador, del artesano de la simpleza, pasamos a la conformación de una banda sólida, en donde la multi-instrumentación esta al servicio de la cantidad de estilos comprendidos en el nuevo disco.
Pensando enti está completamente cantada en castellano. Es una rara milonga-samba acaribeñada, con un estribillo ensoñador, impensado.
Hear somebody say podría ser el himno Banhart a la melancolía, pero no a la melancolía triste, lacrimosa, sino esperanzadora, suspendida entre Saturno y Júpiter anestesiados.
I feel like a child invita a un baile catártico, bongós de por medio y con un swing que se hace sentir en cada nota.
Para sumergirnos en la cápsula del tiempo, Some people ride the way reacondiciona en forma instantánea, una maqueta del viejo New Orleáns. Es un placido Jazz que evoca no solo la voz de Louis Armstrong, sino también su mítica trompeta, emulada con sonidos vocales.
¡Atención! No dejar por alto Mamma Wolf, una pasta en la que conviven el gospel, el blues y el soul felizmente. ¿Será posible dejar de cantar de manera precaria esta canción después de haber apagado el equipo?
La cumbre voluminosa de Cripple Crow (05), puede que sea Chinese children, que nos exalta por completo, hasta hacernos mover siempre cursi, cada una de las extremidades del cuerpo.
Recuerdo haber soñado con Korean Dogwood frente a un lago de agua cristalina una noche de estío, en la que sólo tenía de compañía a las Pléyades, girando sobre si mismas y escupiendo racimos de estrellas mas pequeñas. Entonces ingreso a un pintoresco bosque de Duendes y Hadas en donde Quechuas, Mohicanos, Aymarás y Maoríes comparten una grata velada con los Beatles. Y… ¡Albricias! Allí también esta Banhart, sonriente, con su pelo largo desprolijo y barba de nueve meses, diciendo : "Riki- tiki- tiki canta el trovador como una flor tan gorda que no tiene sabor, que rica es la vida y que rico es el amor, no mates al toro mata al toreador”.




martes, 24 de julio de 2007

Los fonogramas y yo (Zona de baño)

¿Qué es eso que hace que la sangre irrigue
Vertiginosamente hasta el cerebro
Y que luego caiga
Como una cascada hasta la punta
De los dedos?
Escarbar como un topo
Aéreo
En esa brillantina espumante
Con elefantes en el agua,
Curiosos,
Con sus tímpanos a punto
Caramelo.
Mientras tanto degluto el sonido
Pero dos segundos antes
De producirse el empacho
Me detengo.
¡Bienvenidos!
De ahora en más
Todo lo que no diga
Podrá ser usado en mi contra.

sábado, 14 de abril de 2007

The Beta Band

Paisanos litúrgicos de medianoche.
Mi primer acercamiento a The Beta Band fue a través del cine, “Un invento sin futuro comercial”, decía Lumiere allá por mil ochocientos noventa y pico. Lo cierto es que en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia, en el clásico subsuelo de calle 7 de La Plata, proyectaban “Alta fidelidad” del director inglés Sthepen Frears y no pude dejar de asistir al evento. El protagonista del film, melómano irrecuperable y propietario de una tienda-boutique de música, promete vender en tiempo récord unos cuantos discos de la banda. Allí es donde escuché la pegadiza melodía de “Dry the rain”, primer tema del EP “Champions versions” de este cuarteto que mas tarde irrumpirá en la escena con un espíritu renovador.
En el Planeta Beta conviven armoniosamente el señor analógico y la señora digital. No hay rivalidad entre las dos modalidades porque ninguna se propone superar a la otra. El trono es compartido aunque sea evidente la jerarquía de uno de los patronos. Los miembros del grupo no han ocultado su desagrado por bandas como Blur, Oasis, Manic Street Preachers y Stereophonics y hasta han declarado en alguna oportunidad estar hartos de la realidad en pro de una música, de algún modo, futurista. Aunque sin atreverse a tomarla por asalto, en sueños la vanguardia merodea cada una de sus propuestas englobadas con la definición de nueva psicodelia. Una discontinuidad espacio-temporal o una continuidad espacial virtual. Como quieran llamarlo. Este es uno de los distintivos de la banda. La exploración de diversas geografías nos sumerge en un ámbito en el que de lo conocido a lo desconocido hay apenas un sólo paso.

3D handicap
En l998 editan “The tree Eps”, una compilación de tres trabajos de corta duración, que logra alcanzar una organicidad impensada. “Dry the rain” podría remitir en una primera escucha a alguna canción de Beck, pero a medida que los fonogramas van circulando comenzamos a notar que aquí el pastel sonoro se elabora con ingredientes propios. Una especie de himno moderno escocés con una progresión envidiable. Ideal para tararear un sábado a la madrugada en algún barsucho de mala muerte.
“Monolith” es el registro de un tour surrealista por las cloacas de un hotel africano. De corte safárico, podría ser pensado como un estudio metódico de los sueños. Después de escucharlo diría Breton: “Cabrá esperar que los misterios que dejen de serlo nos ofrezcan la visión de un gran misterio”. Dieciséis minutos cincuenta en los que se incluye también una versión musical libre del matadero de Esteban Echeverría. Matanza y resurrección de vacas profanas que no dan leche y que como si fuera poco, ladran.
La gema sagrada de este ultimo EP quizás sea “Dr. Baker”. Aquí la voz en clave salmódica de Steve Mason nos transporta de inmediato a la antiguedad. El cantante podría ser tranquilamente Veda, el venerable, recitando en forma no tradicional su historia eclesiástica Gentis Anglorum. Un canto gregoriano disidente.

La silla-disco que se va correr para atrás cuando te caigas
En l999 sale a la venta “The Beta Band”, un primer álbum de estudio que ellos mismos se encargan de definir como lo peor de ese año. Caótico en su totalidad, se nos presenta como un paroxismo de la no linealidad. Un disco licencioso, caprichoso pero sin que estos términos le jueguen en contra. Aburrido tal vez no sea la palabra adecuada para referirse a este debut extraño. Y en ese caso, no estamos ante un grave problema, porque hasta el aburrimiento y el relajo tienen derecho a tener una banda de sonido. Sería demasiado idiota pretender que todos los discos nos alegraran la vida. La virtud parecería residir aquí en su defecto. En ese punto impreciso que es la duermevela, se instalan estos escoceses para pasar de un lado a otro sin pedir permiso, esquivando todos los peajes, con desvíos provocadores y con viajes oníricos inimitables. Si bien el primer rasgo identificable es el de su heterogeneidad, deberíamos pensar después de varias escuchas, que estamos ante una ilusión de fragmentación, porque finalmente puede ser percibido como una totalidad ubicada siempre un paso mas allá de lo audible. Quizás sea el disco más poético, el más intuitivo, el que más riesgos asume.
“The Beta Band Rap” es un sanguche anunciado con rodajas de folk lactal y rockabilly en ambos lados. Una vuelta en calesita o una sesión de tiro al blanco en alguna kermés de barrio, un travelling por las calles del bronx y un baile alocado en algún tugurio de los años 50.
“It’s not too beatiful” nos trae el plano aéreo de una ciudad en ruinas, con ambulancias que se manejan solas y que esquivan persistentes bombas de lava. Una sirena constipada crispa los nervios con su tartamudeo. Un dictamen borroso y destellos épicos que interactúan en esta ópera rock con especias wagnerianas.
Las cuerdas vocales de Barry White se rebelan en “Dance o’er the border”. Que la cena no esté lista a tiempo puede generar reacciones y situaciones diversas. Aquí cada comensal es invitado a abandonar su plato vacío y a subir al escenario para emitir las sonoridades que más le plazcan. Las camareras agradecidas. Un respiro desacostumbrado.
Una guitarreada como la de “Brokenup...” es una guitarreada. Dos o tres leños encendidos, una pila de arena y agua. Palmas enrojecidas o un tratado sobre la perseverancia.
Llorar, reír y cantar al mismo tiempo puede generar una compulsión vocal como la de Smiling, muy graciosa por cierto. No quepa la menor duda de que este grupito de adolescentes ha decidido abandonar la escuela para transformarse en personajes-duendes de un video juego. Celebrar hasta que alguien ponga una ficha, parece ser en esta aventura, una decisión acertada. Una dispepsia de sábado puede llegar a ser la causante de una escapada a territorios a los que nunca antes hemos accedido. Levitar en medio de una atmósfera de extrañamiento es en “The hard one”, una posibilidad y un privilegio que el sueño nos suele ofrecer a diario. Se conjugan la pesadilla y el placer por lo desconocido, en una mirada que se prolonga aun después de la experiencia. Caminar por calles verticales, ser aclamado por un nuevo tipo de vegetación o presenciar un éxodo de cabras negras hacia el abismo es algo que debe ser capitalizado. Aquí el documento de todo ese desliz turístico.

Tercera bolilla en el aire
En The hot shots II (2001) los jinetes se han transformado en baqueanos. El tercer disco es, en cierto sentido, la expresión de un retorno a esas tierras que en principio resultaron enigmáticas y que ahora, siguen siéndolo, pero con un agregado: la soltura y madurez de los foráneos que las recorren.
Si el disco anterior puede ser definido como un compendio sonoro de poesías, por primar la inspiración, la intuición, lo anárquico, asistimos aquí a la configuración de un libro musical de cuentos cortos, donde la lógica y el concepto parecen haber conquistado una parte del terreno. La integración de lo heterogéneo ya no se da un plano meramente abstracto, sino que responde a una idea de lo concreto, siempre en función de las leyes que rigen el pequeño universo de la banda.
Recibir una invitación tan ocurrente como la de “Squares”, no es algo que suceda todos los días. El programa comprende un patinaje distendido por el sistema de anillos de Saturno, que muta para esta ocasión, en una pista con forma de cuadrilátero. Una vez erradicado el insomnio no resta mas que soñar, por eso, los habitantes del Valle Delta dan las bienvenida a los cuatro exploradores en “Human being”.
Solemne soledad. La soledad que nos sugiere “Gone” es tan densa como inabarcable. Imaginemos el estado de oscuridad de alguien que ha sido expulsado de la vigilia para siempre. Una inevitable sensación de vacío y desasosiego para un desterrado, puesto a vagar día y noche por el desierto.

Magiclick
En agosto de 2004 y debido al “escaso éxito comercial”, Beta Band anuncia su separación no sin antes dejarnos el disco más elaborado y pensado de la banda. Heros to zeros (o4), neo-barroco y cautivante, es el punto cúlmine (apoteotico) de estos muchachos que supieron aportar durante 8 años, sugestivas dosis de oxígeno a una escena musical desgastada. Es imposible dejar de advertir el homenaje retro-futurista a U2 en “Assessment” y la amniótica-espacial “Wonderful”. En “Rhododendron”, en cambio, percibimos una especie de coctelera sagrada que nos introduce en una canción de cuna-mambo, acondicionada por un viejo sintetizador, que en otras circunstancias, Gary Numan, les podría haber facilitado. Por último destaco la japonesa y conmovedora “Troubles”, porque para este cuarto y último disco, debe ser el lector de esta nota el que se embarque en la comprometida aventura de descubrirlo, revelarlo por sí solo. Ah. Además recomiendo escuchar los dos trabajos de Lone Pigeon , el proyecto de Gordon Anderson (Ex miembo de la banda). Tanto Concubine Rice (02) como Schoozzzmmii (04) son discos de una extrañeza insondable que, al igual que Deserter’s songs de Mercury Rev (98) y The charm of the highway strip (93) de Magnetic Fields, nos sumergen en una paranoia lenta y silenciosa, solo para quienes se atrevan a escuchar lo inescuchable. The Aliens es un “acertijo resort” que pronto será revelado. Por el lado de Steve Mason, nos tropezamos con su nuevo emprendimiento solista, King Biscuit Time, que cuenta con un EP titulado No Style y un larga duración de reciente salida “Black gold”. Pero no desesperen porque volverán. Si. Algún día volverán los cuatro paisanos con su equino alado, y cuando esto suceda, cuando detonen los primeros acordes, las primeras melodías, en el mismísimo mainstream de la música se hará justicia. ¡Sequen la lluvia! ¡Oda en sueños a Beta Band!