jueves, 22 de mayo de 2008

Super Furry Animals



SUEÑO CULTIVADO

Me dieron ganas de estampar una remera con su nombre. ¿Serigrafia o papel transfer? Despues de tantas vueltas la remera termino siendo demasiado chica. Estoy seguro de que sera en otro momento.
Los Super Furry Animals tienen el privilegio de reunir dos condiciones que en el mundo de la musica resulta dificil alcanzar. Gozan de reconocimiento y calidad. Porque tienen una llegada directa, a pesar de traficar en sus melodias, sonidos exoticos, extraños. Saben lo que hacen. Toman y conservan lo mejor, la esencia del Brit-pop. Esa necesidad imperiosa de lograr canciones pegadizas, redondas, perfectas. Para luego modelarlas como arcilla resplandeciente, según los requerimientos de su microcampo sonoro.

La banda galesa destila psicodelia-glam por todos lados. Sus álbumes son exquisitos, coreables. Pero no por eso dejan de cultivar una estética atrapante e ingeniosa de arreglos floridos y acuáticos.

El dragón rojo se mueve como hipnotizado sobre un fondo verde y blanco.


- Es la emoción rara.

- ¡Pero inmediata!

- ¡Esas composiciones de transporte interurbano!.


Por eso creo que sus discos son siempre elaborados, pensados y accesibles al oido medio. Es posible que sea tu grupo favorito. Puede que no. No importa. Creo que basta con escuchar esas canciones que parecemos conocer de toda la vida y que sin embargo, es la primera vez que escuchamos. Esto seria algo similar a trabajar musicalmente el sueño recurrente y no aquel único, irrepetible, aislado.

- Siempre sueño que a la mañana cuando me levanto me doy una copiosa ducha de copos de goma espuma y watta.

- Empeza por ahí, me parece que para componer una canción ya tenes la base.

- ¡Entonces que se vengan las notas!

- ¡Avance!

Después de todo, no queda mas que probar con el oído un trozo de torta galesa y descubrir uno por uno los ingredientes clásicos y modernos. Porque para cocinar esto en el horno solo te va servir la mitad de la receta.

Veamos el bara brith. Busquemos, saboreemos. Esto es lo que hay dentro.


Avisá cuando los sandwiches estén listos


Es indudable la capacidad de Phantom Power (03) para esquivar una hilera de abejas rojas llenas de polen. Lo creo. Las veo venir. Hambrientas. Llega el álbum y no se chocan. Como si el mapa sonoro fuera una rayuela, el grupo Gales salta uno por uno todos los usos horarios. Fuera el purismo. Fuera los dogmáticos. Los Super Furry Animals abordan sin ningún temor una diversidad admirable de estilos musicales. Hay aquí niveles y desniveles, plataformas angostas que luego se ensanchan, saltos de MotoCross y kartings que circulan a ras del suelo. Dando como resultado un trabajo sincrético en donde lo orgánico va de la mano de lo artificial.

En el último tema de Phantom… un eco circense me anima a caminar sobre un piolín y a caer parado arriba de otro. Caminar y caer. Volver a caminar y así sucesivamente. Luego esta experiencia culmina para dar paso a otra algo similar. Tres tapas para destapar hay en la variable Slow life. Entonces soy un caminante de alambre acrobático.

Daktari repentino. Liberty belle hace escala en un paraje frondoso, en donde extrañamente ha aparecido una congregación de pavos reales. El plumaje brillante, claro, esta a disposición de esta canción adherente y relajante. Golden… es un tour selvático-personalizado que nos acerca a especies voladoras que lucen sus atributos en libertad.

Cuando me doy vuelta veo a dos aros pendientes de lo que en ese momento estoy escuchando. Ecuménica psicodelia para rescatar la mística de casi cinco décadas atrás. Con una voz grave de entonación casi religiosa. Ojo, que luego retruca con un estribillo amable y refinado, al mejor estilo Super Furry Animals. Así se mueve The Picollo snare. Parte del altar del Rock y luego se ubica en la parte superior de la tribuna de un estadio de fútbol. Antes del cierre nos deleita con una sesion instrumental que con ingenio, derrama swing por los cuatro corners de la cancha.

Para quienes no sufran de la rotula, nos llega Out of control. El mejor pliego trash que nos pueda ofrecer la banda. Un mazazo sonoro detrás de otro. Ring y boxeo. Se hace necesario respetar los que esta melodía nos propone. Por eso nos movemos al son de un ritmo desenfrenado.

Muy bien. Father, father Nro. 1 da un salto desde la terraza de un lujoso edificio en Manhattan a un escenario de barrio suburbano de alguna localidad de Gales. Vuelco muy británico para alejarse de su origen y alcanzar puntos insospechados.


Tres olas de plastilina multicolor

Con la primera nota la diosa griega da la media vuelta. Resulta que es una mujer común. Terrenal digo. Porque su belleza resulta encandilante. No debe ser dificil cautivar a alguien con tanta pero tanta sensualidad. Hey Venus (07) rueda compacto por una atmósfera escarlata. Rock-disco-Romantic-kitsch. Repito esas cuatro palabras. En el escenario semi-visible se alternan danzas y vestimentas exóticas de señoritas que recrean oportunamente las canciones. Tengo el disco en la mano, bien apretado. Solo lo suelto para darle en el estante multidimensional un lugar privilegiado. La meteorología poética augura sendos espacios reconocibles e irreconocibles con una sensibilidad nata para la edificación, para el armado de melodías que van a pegar en el pecho.

A bordo de un Jeep setentoso desalojo un estornudo congelado. Comienza el recorrido por el circuito de aventura. Gateway Song avanza firme y acelera. Pura tracción rock.

Tan diferentes son los escalones y sin embargo tan cohesiva es la escalera.

Las burbujas amarillas y verdes microafinadas de Run-Away brindan un espectáculo maravilloso para los ojos de mi oído.

A contar. Tres perlas escupe la ostra y cuatro veces canto la magnifica Show Your Hand. Perfectamente pulida y encerada para la ocasión.

Oh! Oh-oh! Oh-oh-oh es un cántico popular de hinchada de fútbol bañado en glitter a la madrugada. El coro de Neo Consumer da vueltas como si fuera un neumático cuadrado.

Y por si algo faltaba en este disco Baby ate my eightbal nos presta por unos minutos un estudio sobre la sensualidad del baile egoísta en la pista.

Esa calesita promete algo… Y mas si esta animada por una orquesta típica de pueblo. Que mas da, hay un romanticismo adiposo y volátil. Es de segunda mano, tan pero tan bien empleado, que se convierte en una elección muy a la medida de la propuesta estética del grupo. Carbon dating trasciende cualquier estereotipo a pesar de querer basarse en ellos, para representar un sentimiento que nos involucra tanto. L’amour.

Para llamar la atención, un bledo se me adelanta. Ahora si no me importa nada.

Suena dicroico. Las puertas del Zoológico de la ciudad se abren y los animales escapan eufóricos. Corren, vuelan, saltan. Son muchos. ¡Si!. Creo que son demasiados.